Realidad Musi-nacional

lunes, 23 de noviembre de 2009

Entrevista a Ps. Claudia Neyra



Ps.Claudia Neyra
Se desempeñó como psicóloga en La comisión de la verdad y la Reconciliación y actualmente, en un grupo de brigadas que forman psicólogos para ir a zonas urbano-marginales




Las brigadas que formaron psicólogos para ir a zonas urbano-marginales, ¿pertenecían a alguna institución o a alguna fundación?

Si, ... lo que sucede es que en la Universidad Católica, dentro de la especialidad de psicología, algunos profesores y alumnos estábamos interesados en hacer trabajo comunitario fuera de Lima… en lugares donde no había apoyo psicológico. Entonces, formamos una unidad que… no me acuerdo exactamente el nombre, pero, dentro de la facultad de psicología de la Católica… formamos un grupo con profesores, jefes de practica y alumnos interesados en hacer proyección social en otras zonas del país. Entonces, con ellos hicimos las brigadas psicológicas en Moquegua y a través de ellos también, ósea con su supervisión, trabajamos en Ayacucho, pero también con la supervisión del Instituto Bartolomé de las Casas, que tenía programas de voluntariado con universitarios.

¿Qué caso le ha impactado más?

Es complicado en verdad elegir un caso. Recuerdo… dos en particular. En Moquegua, cuando estábamos haciendo un trabajo con niños, siempre hemos tenido la orientación psicoanalítica, entonces, estábamos trabajando unos juegos con los niños y reconocimos uno de los niños, que tenia siete años, presentaba signos de un cuadro esquizofrénico. Y nos asustó, porque no es común que a esa edad se presenten esos signos, y si se presentan es un caso grave. Entonces, hasta ese momento la familia del niño no le había prestado atención por que no tenían conocimiento de ello. Lo que nosotros pudimos hacer fue trabajar con él durante todas esas semanas, que fueron casi un mes, y derivarlo a ayuda psiquiátrica en el hospital de Moquegua, pero de hecho me afectó mucho porque yo no sé si finalmente lo habrán podido tratar. Entonces, no sé en qué condiciones estará ese niño, que ahora ya debe estar cerca de la adolescencia ¿no? Si a los siete años ya presentaba estos signos, imagina como podría haber llegado a la adolescencia ¿no? Ese fue un caso.

Después, hubo otro caso en Ayacucho, en el que una mujer, de más de cincuenta años, había contado que hasta ese momento no encontraba a su hija ¿no?, que en el año noventa y dos Sendero había ingresado a la escuela donde estudiaba su hija, en ese momento de catorce años, y su hijo menor de ocho. Entonces, una practica típica en Sendero, era ingresar a los salones y escoger a los muchachos y muchachas más desarrollados físicamente y que pudieran seguir un estilo de vida recio ¿no? entonces, entre esos chicos que escogieron se llevaron a su hija. Les hicieron formar una columna y el hermanito de ella, cuando vio que su hermana estaba en el patio rodeada de encapuchados armados, fue detrás de ella… su hermana se paró y le dijo: “no me sigas, anda a la casa y dile a mi mamá que yo voy a regresar”. Eso fue lo último que supo esa señora de ella. Para el 2003, la había buscado en la lista de la morgue, la había buscado en lista de hospitales, la había buscado en lista incluso de cárceles en Ayacucho y en Lima, y no la encontró, no la había encontrado. Por lo que llegó a conocer a su hija hasta los catorce años, estaba segura de que ella nunca había sido convencida por la ideología de Sendero, aunque hubiera tenido que llevar a cabo ese tipo de acciones, y ella tenía la esperanza de que su hija estuviera viva hasta ese momento. Sin embargo, en realidad, para todos los que estábamos trabajando ahí, lo más probable es que, si estaba desaparecida era por que estaba muerta, o tal vez, fuera una de las tantas seleccionadas por Sendero que escapaban y asumían otra identidad para que no las encuentren. Entonces, de hecho, a mí esa historia me afectó en particular porque, en el año noventa y dos, yo también tenía catorce años. Entonces, yo tenía catorce años, y básicamente, mis preocupaciones eran la de una adolescente limeña, ir a los conciertos de su grupo favorito, salir con su grupo de amigas, y de repente escuchar una historia como esa, y pensar que en ése mismo instante había una chica de catorce años que estaba siendo llevada por Sendero y de la que no se supo mas, de hecho eso me afectó.

¿Qué le ha gustado más de ejercer el rol de psicóloga?

Dos cosas. En primer lugar, poder llegar lugares en los que fácilmente no se encuentra apoyo profesional en el área de psicología ¿no?, sobre todo, ejercer psicología clínica,
En zonas urbano-marginales, aquí en Lima o en zonas rurales dentro del país, porque, de hecho de todos los servicios que ofrece el estado, el servicio de salud y de educación son los más abandonados, y en el de salud, sobretodo, el de salud psiquiatrita y dentro de ello todo lo que es psicológico. Entonces, poder llegar a espacios en los que, necesariamente, es importante la presencia de un psicólogo, pero que no existe, eso fue una de las cosas que me gusto más de ejercer. Lo otro, la posibilidad que me daba de tener otros contextos ¿no?, porque, cuando hacíamos trabajos grupales, se utilizaba en varios contextos terapias de arte ¿no?, psicodrama, psicoterapia, terapia a partir de las artes plásticas ¿no? Por que, por ejemplo, en un contexto de violencia política, es muy difícil la terapia que utiliza solo la palabra ¿no?, porque estos acuerdos no son de los que la gente quisiera hablar, en cambio, las terapias del arte eran como un instrumento para que afloraran esos contenidos y poder trabajar.

¿Qué rol ejercía en la institución? (Comisión de la Verdad)


Estaba como miembro del área de salud mental de la sede sur-central, la principal, en Ayacucho, y trabajaba con una psicóloga que nos supervisaba y en total, en realidad, éramos cuatro personas ¿no?, cuatro psicólogas, dos que trabajaban en Ayacucho y dos que habíamos llegado de Lima.

1 comentario:

  1. Que interesante que hayan podido conseguir tantas entrevistas y sobre todo una con una piscóloga que se ha desarrollado en un tema tan importante como lo fue el terrorismo

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Kay Pinsay